domingo, 26 de marzo de 2017

El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo

Tercer Testamento:

08-232.53 El padre, Dios, no tiene figura, no tiene límite, ni principio ni fin, lección que no llegaríais a comprender, pues cuando más decís: Dios es el Creador de Todo, la luz, la fuerza que sostiene al Universo, la vida que palpita en todos los seres.

08-232.54 ¿Y el hijo? El Hijo es el Verbo, es la potencia de Dios, que se limitó en un hombre perfecto: Jesús, para que en Él habitara el amor del Padre.

08-232.55 Si el Espíritu Divino fue en Jesús, éste fue hombre y fue Dios; hombre por su naturaleza material, Dios por su naturaleza espiritual. En cuanto hombre tuvo manifestaciones propias del ser humano: sentía y sufría como hombre; más el conocimiento que tenía de su propia misión y su fortaleza espiritual, le hacían sobreponerse a las necesidades materiales y a las tentaciones. Todo lo que no estaba en armonía con su misión, era desdeñado por Él. Así a través de aquel varón justo y puro, pudo manifestarse Dios como hombre.

08-232.56 Habiendo concluido Jesús su misión, retornó al Espíritu Divino llevando en sí la huella de la vida humana, las pruebas a que se sometió a sí mismo en cuanto hombre, por eso es que el hijo siendo el amor del Padre, tiene algo de cada uno de vosotros y os sentís comprendidos sabiendo que vivió en vuestro mundo y pisó el mismo polvo que vosotros pisáis.

08-232.57 Más el Padre y el Maestro son un mismo Dios.

08-232.58 Y el Espíritu Santo, puedo deciros que es la forma más elevada en que ese mismo Ser se manifiesta a todos los hombres, quienes poseen en su conciencia una chispa de la misma naturaleza del Creador.

08-232.59 Entonces, el Espíritu Santo, el Padre, y el hijo, son una misma potencia, una sola voluntad, no tres personas, sino un solo ser divino que ha tenido que manifestarse bajo diversas formas a sus hijos para llegar a ser comprendido.


08-232.60 Ved cuánto amor hay en vuestro Dios que siendo toda omnipotencia, no se detiene para limitarse, para que podáis sentirlo y contemplarlo. Que se multiplica para mostraros que no sólo es vuestro Hacedor y Juez, sino al mismo tiempo vuestro Padre, vuestro Amigo, vuestro Hermano, vuestro Maestro. 

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