Historia Copta de José el Carpintero
Discurso de Jesús a los apóstoles
01:01 Y llegó un
día en que, hallándose nuestro buen Señor sentado en el monte de los Olivos y
sus discípulos reunidos en torno suyo, les habló en estos términos: Queridos
hermanos, hijos de mi buen Padre, vosotros, a quienes Él ha elegido para
heraldos suyos entre el mundo entero, sabéis bien cuán a menudo os he predicho
que seré crucificado;
01:02 que gustará
la muerte por todos; que resucitará de entre los muertos; que os daré el
encargo de predicar el Evangelio, a fin de que lo anunciáis en el mundo entero;
01:03 que os
investiré de una fuerza venida de lo alto, y que os llenará del Espíritu Santo,
para que prediquéis a todas las naciones, diciéndoles: Haced penitencia, porque
más vale al hombre hallar un vaso de agua en la vida venidera que gozar en ésta
de todos los bienes del mundo y, además, el lugar que ocupa la planta de un pie
en el reino de mi Padre vale más que todas las riquezas de este mundo y, a más,
una hora de los justos que se regocijan vale más que cien años de los pecadores
que lloran y se lamentan.
01:04 Así, pues,
¡oh mis miembros gloriosos!, cuando vayáis entre los pueblos, dirigidles esta
enseñanza: Con balanza justa y justo peso mi Padre pesará vuestra conducta.
01:05 Una sola
palabra que hayáis dicho os será examinada.
01:06 Así como no
hay medio de escapar a la muerte, tampoco lo hay de escapar a nuestros actos
buenos o malos.
01:07 Mas cuanto
yo os he dicho termina en esto: el fuerte no se puede salvar por su fuerza, ni
el hombre por la multitud de sus riquezas.
01:08 Y escuchad
ahora, que os contaré la historia de mi padre José, el viejo carpintero,
bendito de Dios.
Viudedad de José
02:01 Había un
hombre llamado José, natural de la villa de Bethlehem, la de los judíos, que es
la villa del rey David.
02:02 Era muy
instruido en la sabiduría y en el arte de la construcción.
02:03 Este hombre
llamado José desposó a una mujer en la unión de un santo matrimonio, y le dio
hijos e hijas: cuatro varones y dos hembras.
02:04 He aquí sus
nombres: Judá, Josetos, Jacobo y Simeón. Los nombres de las muchachas eran
Lisia y Lidia.
02:05 Y la mujer
de José murió, según ley de todo nacido, dejando a su hijo Jacobo de corta
edad.
02:06 Y José,
varón justo, glorificaba a Dios en todas sus obras.
02:07 E iba fuera
de su villa natal a ejercer el oficio de carpintero, con dos de sus hijos,
porque vivían del trabajo de sus manos, según la ley de Moisés.
02:08 Y este
hombre justo de que hablo es mi padre carnal, a quien mi madre María fue unida
como esposa.
María es presentada en el templo
03:01 Mientras mi
padre José vivía en viudedad, María, mi madre, buena y bendita en todo modo,
estaba en el templo, consagrada a su servicio en la santidad.
03:02 Tenía
entonces la edad de doce años y había pasado tres en la casa de sus padres y
nueve en el templo del Señor.
03:03 Viendo los
sacerdotes que la Virgen practicaba el ascetismo, y que permanecía en el temor
del Señor, deliberaron entre sí y se dijeron: Busquemos un hombre de bien para
desposarla, no sea que el caso ordinario de las mujeres le ocurra en el templo
y seamos culpables de un gran pecado.
Elección de José para esposo tutelar de María
04:01 Por entonces
convocaron a la tribu de Judá, que habían elegido entre las doce, echando a
suertes.
04:02 Y la suerte
correspondió al buen viejo José, mi padre carnal.
04:03 Y los
sacerdotes dijeron a mi madre, la Virgen bendita: Vete con José y obedécele,
hasta que llegue el tiempo en que efectúes el casamiento.
04:04 Mi padre
José acogió a María en su casa, y ella, encontrando al pequeño Jacobo con la
tristeza del huérfano, se encargó de educarlo, y por esto se llamó a María
madre de Jacobo.
04:05 Luego que José
la hubo recibido, se puso en viaje hacia el lugar en que ejercía su oficio de
carpintero.
04:06 Y en su
casa, María mi madre, pasó dos años hasta que llegó el buen momento.
Concepción pura de María. Dudas y zozobras de José
05:01 En el
catorceno año de su edad, vine al mundo de mi propia voluntad, y entré en ella,
yo, Jesús, vuestra vida.
05:02 Cuando
llevaba tres meses encinta, el cándido José volvió de su viaje.
05:03 Y
encontrando a la Virgen embarazada se turbó, tuvo miedo y pensó despedirla en
secreto.
05:04 Y a causa
del disgusto, no comió ni bebió en todo aquel día.
Un ángel revela a José el misterio del embarazo de María
06:01 Mas, mediada
la noche, he aquí que Gabriel, el arcángel de la alegría, vino a él en una
visión, por mandato de mi Padre, y le dijo: José, hijo de David, no temas
admitir a María, tu esposa, porque aquel que ella parirá ha salido del Espíritu
Santo.
06:02 Y se le
llamará Jesús, y él es quien apacentará y guiará a todos los pueblos con un
cetro de hierro.
06:03 Y el ángel
se alejó de él, y José se levantó, hizo como el ángel le había ordenado y
recibió a María junto a sí.
Empadronamiento ordenado por Augusto y viaje de la Sagrada Familia a Bethlehem
07:01 Vino en
seguida una orden del rey Augusto para hacer el censo de toda la población de
la tierra, cada uno en su respectiva ciudad.
07:02 El viejo
condujo a la Virgen María, mi madre, a su villa natal de Bethlehem.
07:03 Y como ella
estaba a punto de parir, él inscribió su nombre ante el escriba así: José, hijo
de David, con María su esposa y Jesús su hijo, de la tribu de Judá.
07:04 Y mi madre
María me puso en el mundo en el camino de regreso a Bethtehem, en la tumba de
Raquel, mujer de Jacobo el patriarca, que fue la madre de José y de Benjamín.
Malvada decisión de Herodes y huida a Egipto
08:01 Satán dio un
consejo a Herodes el Grande, padre de Arquelao, el que hizo decapitar a Juan mi
amigo y mi deudo.
08:02 Y así él me
buscó para matarme, imaginando que mi reino era de este mundo.
08:03 José fue
advertido por una visión.
08:04 Se levantó,
me tomó con María, mi madre, en cuyos brazos yo iba recostado, mientras que
Salomé nos seguía. Partimos para Egipto.
08:05 Y allí
permanecimos un año, hasta que el cuerpo de Herodes fue presa de los gusanos,
que lo hicieron morir en castigo de la sangre de los inocentes niños que había
vertido en abundancia.
Regreso de Egipto a Galilea
09:01 Y cuando
aquel pérfido e impío Herodes hubo muerto, volvimos a un pueblo de Galilea que
se llama Nazaret.
09:02 Mi padre
José, el viejo bendito, practicaba el oficio de carpintero, y vivíamos del
trabajo de sus manos.
09:03 Fiel
observador de la ley de Moisés, nunca comió su pan gratuitamente.
Vejez robusta y juiciosa de José
10:01 Y pasado tan
largo lapso, su cuerpo no estaba debilitado.
10:02 Sus ojos no
habían perdido la luz y ni un solo diente había perdido su boca.
10:03 En ningún
momento le faltó prudencia y buen juicio, antes permanecía vigoroso como un
joven, cuando ya su edad había alcanzado el año ciento once.
Sumisión de Jesús a sus padres
11:01 Entonces,
sus hijos más jóvenes, Josetos y Simeón tomaron mujer y se establecieron en sus
casas.
11:02 Sus dos
hijas también se casaron, según es lícito a todo ser humano.
11:03 José
permaneció con Jacobo, su hijo más joven.
11:04 Y desde que
la Virgen me pariera, yo había permanecido con ella en la completa sumisión que
conviene a la calidad de hijo.
11:05 Porque en
verdad, yo he ejecutado y hecho todas las obras humanas, fuera del pecado.
11:06 Y llamaba a
María «madre» y a José «padre». Y obedecía en cuanto me iban a decir. Y no les
replicaba una sola palabra, sino que los amaba mucho.
Aproximase la muerte de José
12:01 Y ocurrió
que la muerte de mi padre se acercó, según es ley del hombre.
12:02 Cuando su
cuerpo sintió la enfermedad, su ángel le advirtió: En este año morirás.
12:03 Y su alma se
turbó y fue a Jerusalén, al templo del Señor, y se prosternó ante el altar,
diciendo:
Plegaria dirigida por José a Dios
13:01 ¡Oh Dios,
padre de toda misericordia y de toda carne! ¡Dios de mi alma, de mi cuerpo y de
mi espíritu! pues que los días de mi vida en este mundo se han cumplido, he
aquí que yo te ruego, ¡Señor Dios envíes a mí al arcángel San Miguel, para que
esté junto a mí hasta que mi pobre alma salga de mi cuerpo, sin dolor y sin
turbación!
13:02 Porque para
todo hombre hay un gran temor que es la muerte: para el hombre y para todo
animal doméstico, o para la bestia salvaje, o para el reptil, o para el pájaro,
en una palabra, para toda criatura bajo el cielo, que posee un alma viviente,
es un dolor y una aflicción esperar que su alma se separe de su cuerpo.
13:03 Así pues, mi
Señor que esté tu arcángel junto a mí hasta que mi alma se separe sin dolor de
mi cuerpo.
13:04 No permitas
que el ángel que me fue dado vuelva hacia mí su rostro lleno de cólera, cuando
yo esté en tu camino, y que me deje solo.
13:05 No dejes que
aquellos cuya faz cambia, me atormenten en el camino que yo recorra hacia ti.
13:06 No dejes
detener mi alma por quienes guardan tu puerta, y no me confundas ante tu
tribunal formidable.
13:07 No
desencadenes contra mí las olas del río de fuego en que todas las almas se
purifican antes de ver la gloria de tu divinidad, ¡oh Dios, que juzgas a todos
en verdad y en justicia!
13:08 Ahora mi
Señor, reconfórteme tu misericordia, porque tú eres la fuente de todo bien.
13:09 A ti sea
dada gloria por la eternidad de las eternidades. Amén.
Enfermedad de José
14:01 Y se dirigió
en seguida a Nazaret, la villa en que habitaba. Y sufrió la enfermedad de que
debía morir, según el destino de todo hombre.
14:02 Y su
enfermedad era más grave que ninguna de las que había sufrido desde el día en
que fue puesto en el mundo.
14:06 He aquí los
estados de vida de mi querido padre José.
14:07 Alcanzó la
edad de cuarenta años. Tomó mujer. Vivió cuarenta y nueve años con su mujer, y,
cuando ésta murió, pasó un año solo.
14:08 Mi madre
pasó luego dos años en su casa, luego que los sacerdotes se la hubieran
confiado, dándole esta instrucción: Vela por ella hasta el momento de cumplir
vuestro matrimonio.
14:09 Al comenzar
el tercer año de vivir ella con él, y en el quinceno año de la vida de ella, me
puso en el mundo por un misterio que únicamente comprendemos yo, mi Padre y el
Espíritu Santo, que sólo somos uno.
Trastornos físicos y mentales de José
15:01 Y el total de los días de la vida de mi padre, el bendito viejo José, fue de ciento once años, conforme a la orden que había dado mi buen Padre.
15:02 El día en
que dejó su cuerpo fue el 26 del mes de epifi.
Entonces, el oro fino que era la carne de mi padre José comenzó a
transmutarse, y la plata que eran su razón y su juicio se alteró.
15:03 Olvidó el
comer y el beber y se equivocaba en su oficio.
15:04 Ocurrió,
pues, que ese día, 26 de epifi, cuando
la luz comenzaba a extenderse, mi padre José se agitó mucho sobre su lecho.
15:05 Sintió un
vivo temor, lanzó un profundo gemido y se puso a gritar con gran turbación,
expresándose de este modo:
Trenos de José
16:01 ¡Malhaya yo
en este día! ¡Malhaya el día en que mi madre me parió! ¡Malhaya el seno en que
recibí el germen de vida! ¡Malhayan los pechos cuya leche mame! ¡Malhayan las
rodillas en que me he sentado! ¡Malhayan las manos que me sostenían hasta que fui
mayor, para entrar en el pecado!
16:02 ¡Malhayan mi
lengua y mis labios, que se han empleado en la injuria, la calumnia, la
detracción y el engaño!
16:03 ¡Malhayan
mis ojos, que han visto el escándalo!
16:04 ¡Malhayan
mis oídos, que han gustado de escuchar frívolos discursos!
16:05 ¡Malhayan
mis manos, que han tomado lo que no les pertenecía!
16:06 ¡Malhayan mi
estómago y mi vientre, que han tomado alimentos que no les correspondían y que,
si hallaban alguna cosa de comer, la devoraban más que una llama pudiera
hacerlo!
16:07 ¡Malhayan
mis pies, que tan mal han servido a mi cuerpo, llevándolo por otras vías que
las buenas!
16:08 ¡Malhaya mi
cuerpo, que ha tornado mi alma desierta y extraña al Dios que la creó! ¿Qué
haré yo ahora? Estoy cercado por todas partes.
16:09 En verdad,
malhaya todo hombre que corneta pecado. En verdad que la misma turbación que yo
he visto en mi padre Jacobo cuando dejó su cuerpo cae hoy sobre mí, desgraciado
que soy.
16:10 Pero es
Jesús, mi Dios, el árbitro de mi suerte, quien cumple su voluntad en mí.
Jesús consuela a su padre
17:01 Viendo que
mi padre José hablaba de tal forma, me levanté y fui hacia él, que estaba
acostado, y lo hallé turbado de alma y de espíritu.
17:02 Y le dije:
Salud, mi querido padre José, cuya vejez es a la vez buena y bendita.
17:03 Él, con gran
temor de la muerte, me contestó: ¡Salud infinitas veces, mi hijo querido! He
aquí que mi alma se apacigua después de escuchar tu voz.
17:04 ¡Jesús, mi
Señor! ¡Jesús, mi verdadero rey! ¡Jesús, mi bueno y misericordioso salvador!
¡Jesús, el liberador! ¡Jesús, el guía! ¡Jesús, el defensor! ¡Jesús todo,
bondad! ¡Jesús, cuyo nombre es dulce y muy untuoso a todas las bocas! ¡Jesús,
ojo escrutador! ¡Jesús, oído atento!
17:05 Escúchame
hoy a mí, tu servidor, que te implora, y que solloza en tu presencia. Tú eres
Dios, en verdad.
17:06 Tú eres, en
verdad, el Señor, según el ángel me ha dicho muchas veces, sobre todo el día
que mi corazón tuvo sospechas, por un pensamiento humano, cuando la Virgen
bendita estaba encinta y yo me propuse despedirla en secreto.
17:07 Cuando tales
eran mis reflexiones, el ángel se me mostró en una visión, y me habló en estos
términos: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque
aquel que ha de parir es sali-do del Espíritu Santo.
17:08 No albergues
ninguna duda respecto a su embarazo, porque ella parirá un niño, que llamarás
Jesús.
17:09 Tú eres
Jesús, el Cristo, el salvador de mi alma, de mi cuerpo y de mi espíritu. No me
condenes a mí, tu esclavo y obra de tus manos.
17:10 Yo no sé nada,
Señor, y no comprendo el misterio de tu concepción desconcertante. Nunca he
oído que una mujer haya concebido sin un hombre, ni que una mujer haya parido
conservando el sello de su virginidad.
17:11 Yo recuerdo
el día que la serpiente mordió al niño que murió. Su familia te buscó para
entregarte a Herodes, y tu misericordia lo salvó.
17:12 Resucitaste
a aquel cuya muerte te habían achacado por calumnia, diciendo: Tú eres quien lo
ha matado.
17:13 Hubo una
gran alegría en la casa del muerto. Yo te tomé la oreja, y te dije: Sé
prudente, hijo. Y tú me reprochaste, diciendo: Si no fueses mi padre según la
carne, no haría falta que te enseñase lo que acabas de hacer.
17:14 Ahora, pues,
¡oh mi Señor y mi Dios!, si es para pedirme cuenta de aquel día para lo que me
has enviado estos signos terroríficos, yo pido a tu bondad que no entres
conmigo en disputa.
17:15 Yo soy tu
esclavo y el hijo de tu sierva. Si rompes mis lazos, yo te ofreceré un
sacrificio de alabanza, es decir, la confesión de la gloria de tu divinidad.
Porque tú eres Jesucristo, el hijo del Dios verdadero y el hijo del hombre al
tiempo mismo.
Jesús consuela a su madre
18:01 Al acabar de
hablar así mi padre José, no pude contener las lágrimas, y lloraba viendo que
la muerte lo dominaba y oyendo las palabras que salían de su boca.
18:02 En seguida,
¡oh hermanos míos!, pensé en mi muerte en la cruz para salvar al mundo entero.
Y aquella cuyo nombre es suave a la boca de quienes me aman, María, mi madre,
se levantó.
18:03 Y me dijo
con una gran tristeza: ¡Malhaya yo, querido hijo! ¿Va, pues, a morir aquel cuya
vejez es buena y bendita, José, tu padre según la carne?
18:04 Yo dije: ¡Oh
mi madre querida! ¿Quién de entre todos los hombres no pasará por la muerte?
Porque la muerte es la soberana de la humanidad, ¡oh mi bendita madre! Tú misma
morirás como todo nacido.
18:05 Pero así
para José, mi padre, como para ti, la muerte no será una muerte, sino una vida
eterna y sin fin.
18:06 Porque
también yo debo necesariamente morir, a causa de la forma carnal que he
revestido.
18:07 Ahora, pues,
¡oh mi madre querida!, levántate para ir hacia José, el viejo bendito, a fin de
que sepas el destino que le vendrá de lo alto.
Dolores y gemidos de José
19:01 Y ella se
levantó. Y, dirigiéndose al lugar en que Josa estaba acostado, lo encontró
cuando los signos de la muerte acababan de manifestarse en él.
19:02 Yo ¡oh mis
amigos!, me senté a su cabecera, y María, mi madre, a sus pies.
19:03 Él levantó
los ojos hacia mi rostro. Y no pudo hablar, porque el momento de la muerte lo
dominaba.
19:04 Entonces
alzó otra vez la vista, y lanzó un gran gemido. Yo sostuve sus manos y sus pies
un largo trecho, mientras él me miraba y me imploraba, diciendo: no dejéis que
me lleven.
19:05 Yo coloqué
mi mano en su corazón, y conocí que su alma había subido ya a su garganta, para
ser arrancada de su cuerpo.
19:06 No había
llegado aún el instante postrero, en que la muerte debía venir, porque, si no,
ya no hubiera aguardado más. Pero habían llegado ya la turbación y las lágrimas
que la preceden.
Empieza la agonía del patriarca
20:01 Cuando mi
querida madre me vio palpar su cuerpo, ella le palpé los pies, y encontró que
el calor y la respiración lo habían abandonado.
20:02 Y me dijo
ingenuamente: ¡Gracias, hijo mío! Desde que has posado tu mano sobre su cuerpo,
el calor lo ha dejado.
20:03 He aquí sus
pies y sus piernas, que están frías como el hielo.
20:04 Yo fui hacia
sus hijos, y les dije: Venid para hablar a vuestro padre, que ahora es el
momento, antes que la boca deje de hablar, y la pobre carne se vuelva fría.
20:05 Entonces los
hijos e hijas de José fueron a él. Y él estaba en peligro a causa de los
dolores de la muerte y presto a salir de este mundo.
20:06 Lisia la
hija de José, dijo a sus hermanos: Malhaya a mí, mis hermanos queridos, si éste
no es el mal de nuestra madre, que no habíamos vuelto a ver hasta ahora. Igual
será nuestro padre José, que no veremos nunca más.
20:07 Entonces los
hijos de José alzaron la voz, llorando. Yo también, y María, la Virgen, mi
madre, lloramos con ellos, porque el momento de la muerte había sobrevenido.
Jesús divisa a la muerte que se acerca
21:01 Entonces miré en dirección al mediodía y divisé a la muerte.
21:02 Entré en la
mansión, seguida de Amenti, que es su instrumento, con el diablo seguido de sus
ayudantes, vestidos de fuego, innumerables y echando por la boca humo y azufre.
21:03 Mi padre
José miró y vio que lo buscaban, llenos contra él de la cólera con que
acostumbran a encender sus rostros contra toda alma que deja un cuerpo,
especialmente contra los pecadores en quienes advierten el más mínimo signo de
posesión.
21:04 Cuando el buen
viejo los divisé, sus ojos vertieron lágrimas. En este momento, el alma de mi
buen padre José se separó, lanzando un suspiro, a la vez que buscaba medio de
ocultarse, para salvarse.
21:05 Cuando yo
vi, por el gemido de mi padre José, que había distinguido a las potencias que
nunca hasta entonces había visto, me levanté en seguida, y amenacé al diablo y
a los que iban con él.
21:06 Y todos se
fueron en vergüenza y con gran desorden. Y, de cuantos estaban sentados en
torno a mi padre José, nadie, ni aun mi madre María, conoció nada de los
ejércitos terribles que persiguen a las almas de los hombres.
21:07 Cuanto a la
muerte, cuando vio que yo había amenazado a las potencias de las tinieblas, y
las había echado fuera, tomó miedo.
21:08 Y me levanté
al instante, y elevé una plegaria a mi Padre Misericordioso, diciéndole:
Oración de Jesús a su Padre
22:01 ¡Oh Padre mío, raíz de toda misericordia y de toda verdad! ¡Ojo que ves! ¡Oído que oyes! Escúchame a mí, que soy tu hijo querido, y que te imploro por mi padre José, rogando que le envíes un cortejo numeroso de ángeles, con Miguel el dispensador de la verdad y con Gabriel el mensajero de la luz.
22:02 Acompañen
ellos el alma de mi padre José, hasta que haya pasado los siete círculos; de
las tinieblas.
22:03 No atraviese
mi padre las vías angostas por las que es terrible andar, donde se tiene el
gran espanto de ver las potencias que las ocupan, donde el río de fuego que
corre en el abismo mueve sus ondas como las olas del mar.
22:04 Y sé
misericordioso para el alma de mi buen padre José, que va a tus manos santas
porque éste es el momento en que necesita tu misericordia.
22:05 Yo os lo
digo ¡oh mis venerables hermanos, y mis apóstoles benditos! todo hombre nacido
en este mundo y que conoce el bien y el mal, después que ha pasado todo su
tiempo en la concupiscencia de sus ojos, necesita la piedad de mi buen Padre
cuando llega el momento de morir, de franquear el pasaje, de comparecer ante el
Tribunal Terrible y de hacer su defensa.
Pero vuelvo al
relato de la salida del cuerpo de mi buen padre José.
José expira
23:01 Y cuando la
agonía llegaba a su término último y mi padre iba a rendir el alma, lo abracé.
23:02 Y apenas
dije el amén, que mi querida
madre repitió en la lengua de los habitantes del cielo, se presentaron Miguel y
Gabriel, con el coro de los ángeles, y se colocaron cerca del cuerpo de mi
padre José.
23:03 En este
momento la rigidez y la opresión lo abrumaban en extremo y comprendí que el
instante próximo y su premio habían llegado, porque el cuerpo era presa de
dolores parecidos a los que preceden al parto.
23:04 La agonía lo
acosaba, tal que una violenta tempestad o un enorme fuego que devora gran
cantidad de materias inflamables.
23:05 Cuanto a la
muerte misma, el miedo no le permitía entrar en el cuerpo de mi querido padre
José, para separarlo de su alma, porque, al mirar el interior de la habitación,
me encontró sentado cerca de su cabeza y con mi mano en sus sienes.
23:06 Y cuando
advertí que la intrusa vacilaba en entrar por mi causa, me levanté, me puse
detrás del umbral y encontré a la muerte, que esperaba sola y poseída de un
gran temor.
23:07 Y le dije:
¡Oh tú, que has llegado de la región del mediodía, entra pronto a cumplir lo
que mi Padre te ha ordenado! Pero vela por José como por la luz de tus ojos,
porque es mi padre según la carne y ha sufrido por mí mucho, desde los días de
mi niñez, huyendo de un sitio a otro, a causa del perverso propósito de
Herodes.
23:08 Y he
recibido sus lecciones, como todos los hijos cuyos padres acostumbran a
instruirlos para su bien.
23:09 Y entonces
Abbatón entró y tomó el alma de mi padre José, y la separó de su cuerpo en el
punto y hora en que el sol iba a despuntar en su órbita, el 12 del mes de epifi.
23:10 Y el total de los días de la vida de mi querido
padre José fue de ciento once años.
23:11 Y Miguel
tomó los dos extremos de una mortaja de seda preciosa, y Gabriel tomó los otros
dos.
23:12 Y tomaron el
alma de mi querido padre José y la depositaron en la mortaja.
23:13 Y ninguno de
los que se hallaban cerca del cuerpo de mi padre conoció que había muerto, y mi
madre María, tampoco.
23:14 Y mandé a
Miguel y a Gabriel que velasen el cuerpo de José, a causa de los raptores que
pululaban por los caminos y que los ángeles incorporales, cuando salieran de la
casa con el cadáver, continuasen cantando en su ruta, hasta conducir el alma a
los cielos, cerca de mi buen Padre.
Jesús consuela a los hijos de José
24:01 Y volví
cerca del cuerpo de mi padre José, que yacía como un cesto.
24:02 Le bajé los
ojos y se los cerré, así como la boca, y quedé contemplándolo.
24:03 Y dije a la
Virgen: ¡Oh María! ¿qué se hicieron los trabajos del oficio que José realizó
desde su infancia hasta ahora? Todos han pasado en un solo momento.
24:04 Es como si
no hubiese venido nunca al mundo.
24:05 Cuando sus
hijos e hijas me oyeron decir esto a María mi madre, me dijeron con profusión
de lágrimas: Malhaya nosotros, ¡oh nuestro Señor! Nuestro padre ha muerto, ¡y
nosotros no lo sabíamos!
24:06 Yo les dije:
En verdad, ha muerto. Más la muerte de José, mi padre, no es una muerte, sino
una vida para la eternidad.
24:07 Grandes son
los bienes que va a recibir mi muy amado José. Porque desde que su alma ha
dejado su cuerpo, todo dolor ha cesado para él.
24:08 Está en el
reino de los cielos por toda la eternidad. Ha dejado tras sí este mundo de
penosos deberes y de vanos cuidados.
24:09 Ha ido a la
morada de reposo de mi Padre, que está en los cielos, y que nunca será
destruida.
24:10 Cuando yo
hube dicho a mis hermanos: Ha muerto vuestro padre José, el viejo bendito, se levantaron,
desgarraron sus vestiduras, y lloraron mucho rato.
Duelo en la ciudad de Nazaret
25:01 Entonces, todos
los de la ciudad de Nazaret y de toda la Galilea al oír el duelo, se reunieron
en el lugar en que estábamos, según costumbre de los judíos.
25:02 Y pasaron
todo el día llorando hasta la hora novena.
25:03 A la hora
novena, hice salir a todos. Vertí agua sobre el cuerpo de mi amado padre José,
lo ungí en aceite perfumado y rogué a mi Padre, que está en los cielos, con las
plegarias celestes que escribí con mis propios dedos cuando aún no había encarnado
en la Virgen María.
25:04 Y al decir
yo amén, muchos ángeles
llegaron. Di orden a dos de ellos de extender una vestidura, e hice levantar el
cuerpo bendito de mi buen padre José para amortajarlo con ella.
Palabras de bendición de Jesús sobre el cadáver de su padre
26:01 Y puse mi
mano en su corazón diciendo: Nunca el olor fétido de la muerte se apodere de
ti.
26:02 No oigan tus
oídos, nada malo.
26:03 No invada la
corrupción tu cuerpo.
26:04 No se vea
atacada tu mortaja por la tierra, ni se separe de tu cuerpo, hasta que lleguen
los mil años.
26:05 No se caigan
los cabellos de tu cabeza, esos cabellos que yo he tomado tantas veces con mis
manos, ¡oh mi buen padre José! Y la dicha sea contigo.
26:06 A los que
den una ofrenda a tu santuario el día de tu conmemoración, que es el 26 del mes
de epifi, yo los bendeciré con
un don celestial que se les hará en los cielos.
26:07 Quien, en tu
nombre, ponga un pan en la mano de un pobre no dejaré que carezca de los bienes
de este mundo, mientras viva.
26:08 Quienes
lleven una copa de vino a los labios de un extranjero o de un huérfano, o de
una viuda en el día de tu conmemoración, yo se lo haré presente, para que tú
los lleves al banquete de los mil años.
26:09 Los que
escriban el libro de tu tránsito, según lo he contado hoy con mi boca, por mi
salud, ¡oh mi padre José! que los tendré presentes en este mundo y cuando dejen
su cuerpo, yo romperé la cédula de sus pecados, para que no sufran ningún
tormento, salvo la angustia de la muerte y el río de fuego que purifica toda
alma ante mi Padre.
26:10 Y cuando un
hombre pobre, no pudiendo hacer lo que yo he dicho, engendre un hijo y le llame
José, para glorificar tu nombre, ni hambre, ni epidemia entrarán en su mansión,
porque tu nombre estará allí.
Honras fúnebres
27:01 En seguida,
los notables de la población fueron al sitio en que estaba depositado el cuerpo
de mi padre, acompañados de los acólitos de los funerales, y con objeto de
amortajar su cuerpo según los ritos judíos. Y lo encontraron amortajado ya.
27:02 El lienzo se
había unido a su cuerpo como con grapas de hierro.
27:03 Y cuando lo
movieron, no hallaron la abertura de su mortaja.
27:04 Entonces, lo
llevaron a la tumba. Y cuando lo hubieron puesto a la entrada de la caverna
para abrir la puerta y depositarlo entre sus padres, recordé el día en que
partió conmigo para Egipto y las tribulaciones que por mí sufrió, y me extendí
sobre su cuerpo, y lloré sobre él, diciendo:
Reflexiones de Jesús sobre la muerte
23:01 ¡Oh muerte,
que causas tantas lágrimas y lamentos! ¡Es, sin embargo, Aquel que domina todas
las cosas quien te ha dado ese poder sorprendente!
23:02 Pero el
reproche no alcanza tanto a la muerte como a Adán y a su mujer.
23:03 La muerte no
hace nada sin orden de mi Padre.
23:04 Ha habido
hombres que han vivido novecientos años antes de morir, y muchos otros han
vivido más aún, sin que nadie entre ellos haya dicho que ha visto la muerte, ni
que ésta viniese por intervalos a atormentar a cualquiera.
23:05 Es que no
atormenta a los hombres más que una vez, y esta vez es mi buen Padre quien la
envía al hombre.
23:06 Cuando viene
hacia él, es porque oye la sentencia que parte del cielo.
23:07 Si la
sentencia llega cargada de cólera, también con cólera llega la muerte para
llevar el alma a su Señor.
23:08 La muerte no
tiene el poder de llevar el alma al fuego o al reino de los cielos. La muerte
cumple la orden de Dios.
23:09 Adán, al
contrario, no cumplió la orden de mi Padre, sino que cometió una transgresión.
23:10 Y la
cometió, hasta irritar a mi Padre contra él, obedeciendo a su mujer y
desobedeciendo a Dios, de modo que atrajo la muerte sobre toda alma viviente.
23:11 Si Adán no
hubiese desobedecido a mi buen Padre, no hubiese atraído la muerte sobre él.
23:12 ¿Qué es
pues, lo que me impide rogar a mi buen Padre para que envíe un carro luminoso,
donde yo pondría a mi padre José, sin que gustase la muerte, para hacerlo
conducir con la carne en que fue engendrado, hacia un lugar de reposo con los
ángeles incorpóreos?
23:13 Mas por la
transgresión de Adán, sobre la humanidad entera ha venido la gran angustia de
la muerte. Y yo mismo, pues que, revisto esta carne, debo gustar la muerte por
las criaturas que he creado para serles misericordioso.
Enterramiento de José
24:01 Mientras yo hablaba así, y abrazaba a mi padre José, llorando sobre él, ellos abrieron la puerta de la tumba y depositaron su cuerpo junto al de Jacobo, su padre.
24:02 Su fin
ocurrió en su año ciento once.
24:03 Ni un solo
diente se perdió en su boca, ni sus ojos se oscurecieron, sino que su mirada
era como la de un niñito.
24:04 Nunca perdió
su vigor, sino que practicó su oficio de carpintero hasta el día en que lo
atacó la enfermedad de que debía morir.
Una objeción hecha a Jesús por sus discípulos
30:01 Nosotros los
apóstoles, oyendo estas palabras de la boca de nuestro Salvador, nos
regocijamos.
30:02 Nos levantamos
y adoramos sus manos y sus pies con júbilo, diciendo: Gracias te damos, ¡oh nuestro
buen Salvador!, por habernos hecho dignos de oír de tu boca, Señor, palabras de
vida.
30:03 Sin embargo,
nos asombras, ¡oh nuestro buen Salvador! Puesto que concediste la inmortalidad
a Enoc y a Elías, y puesto que hasta ahora están rodeados de bienes y conservan
la carne en que han nacido y que no ha conocido corrupción, este viejo bendito
José, el carpintero, a quien has hecho tan gran honor, que has llamado tu
padre, y a quien obedeciste en todo, aquel a cuyo propósito nos has dado
instrucciones diciendo: Cuando yo os invista de poder, cuando envíe hacia
vosotros a aquel que es prometido por mi Padre, es decir, el Paracleto, el
Espíritu Santo, para enviaros a predicar el Santo Evangelio, predicaréis
también a mi padre José; y a más: Decir estas palabras de vida en el testamento
de su tránsito; y aun: Leed este testamento los días de fiesta y sagrados; y en
fin: Aquel que corte o añada palabras de este testamento, de modo que me ponga
por embustero, sufrirá mi santa venganza: después de todo esto, nos sorprende
que lo hayas llamado tu padre carnal y que, no obstante, no le hayas prometido
la inmortalidad, para hacerlo vivir eternamente.
Respuesta de Jesús
31:01 Nuestro
Salvador contestó, y nos dijo: La sentencia que mi Padre dicté contra Adán no
será nunca baldía, por cuanto desobedeció sus mandatos.
31:02 Cuando mi
Padre ordena que un hombre sea justo, éste se convierte en su elegido.
31:03 Cuando el
hombre ama las obras del diablo, por su voluntad de hacer el mal, si Dios lo
deja vivir largo tiempo, ¿no sabe que caerá en las manos de Dios, si no hace
penitencia?
31:04 Pero, cuando
alguien llega a una edad avanzada entre buenas acciones, son sus obras las que
hacen de él un anciano.
31:05 Cada vez que
Dios ve que un hombre corrompe su carne en su camino sobre la tierra, acorta su
existencia, como hizo con Ezequías.
31:06 Toda
profecía dictada por mi Padre debe cumplirse por entero.
31:07 Me habéis
hablado de Enoc y Elías, diciendo: Viven en la carne en que han nacido, y
respecto a José mi padre según la carne, diciendo: ¿Por qué no lo has dejado en
su carne hasta ahora?
31:08 Pero, aunque
hubiese vivido diez mil años, habría debido morir.
31:09 Yo os lo
digo, ¡oh mis miembros santos!, que cada vez que Enoc o Elías piensan en la
muerte hubieran querido morir, para librarse de la gran angustia en que se
encuentran.
31:10 Porque deben
morir en un día de terror, de clamor, de aflicción y de amenaza.
31:11 En efecto:
el Anticristo matará a estos dos hombres, vertiendo su sangre sobre la tierra
como un vaso de agua, a causa de las afrentas que le hicieron sufrir
rechazándolo.
Gozoso aquietamiento de los apóstoles
32:01 Nosotros
respondimos diciéndole: Oh nuestro Señor y nuestro Dios, ¿qué hombres son ésos
que habéis dicho que el hijo de la perdición matará por un vaso de agua?
32:02 Jesús,
nuestro Salvador y nuestra vida, nos dijo: Son Enoc y Elías.
32:03 Y mientras
nuestro Salvador nos decía estas cosas, fuimos presa de gran gozo. Y le
rendimos gracias y alabanzas a él, nuestro Señor y nuestro Dios, nuestro
Salvador Jesucristo.
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