“El átomo llegará a dominar el mundo. El mundo será atomizado y quedará ciego. Caerán tormentas ocasionadas por las incursiones del hombre en la atmósfera. Nuevas enfermedades. Trastoques de sexos. Locura colectiva. Dislate total. El mundo oscurecerá”
Tercer Testamento 08-219.25.
Pueblo bendito: Esos hombres que se levantan llenos de grandeza y predominio en
las naciones, en los pueblos de la Tierra, son grandes espíritus revestidos de
potestad y poseedores de grandes misiones. No se hallan al servicio de mi
Divinidad; no han puesto su grandeza y sus dones al servicio del amor y de la
caridad; han formado su mundo, su ley y su trono; sus vasallos, sus dominios y
todo cuanto ellos pueden ambicionar. Mas cuando sienten que el trono se
estremece ante las pruebas, cuando sienten que se acerca la invasión de un
enemigo poderoso, cuando contemplan en peligro sus caudales y sus nombres, se
levantan con toda su fuerza, llenos de grandeza, de vanidad terrestre, de odio
y mala voluntad y se lanzan en contra del enemigo, no importándoles si su obra,
su idea, va dejando tras de sí tan sólo la huella del dolor, de la destrucción
y del mal. Buscan solamente la destrucción del enemigo, erigir un trono mayor,
para tener mayor dominio sobre los pueblos, sobre las riquezas, sobre el pan de
cada día y sobre la misma vida de los hombres.
Tercer Testamento 08-219.26. Yo os estoy preparando para
que seáis mis soldados, mas no los que causen la destrucción ni el mal, no
soldados del odio y la perversidad, de las tinieblas ni de la codicia, sino
soldados de la espiritualidad, de la fraternidad, del amor, de la mansedumbre y
de la caridad. Os levantaréis llenos de fuerza y de confianza en Mí, que soy
vuestro ideal, llenos de confianza en vuestras armas que son la verdad y la
justicia. Yo os estoy preparando para que desde ahora podáis luchar contra
aquel enemigo, que también es poderoso, pero que no lo es más que vosotros.
08-219.27. El día en que despertéis a
la espiritualidad, llegaréis a la comprensión de que las tinieblas son débiles
ante la luz, el odio es un átomo frente a la fuerza irresistible del amor y ese
átomo se desvanece al contacto de la verdadera caridad. El materialismo se
empequeñece ante los dones del espíritu. Lo material es pasajero y lo
espiritual tiene vida eterna.
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