viernes, 14 de abril de 2017

Génesis - La Promesa

1 Adán y Eva 03:01 Y Dios dijo a Adán, "he ordenado sobre esta tierra, días y años, y tú y tu descendencia vivirán en pie, en ella, hasta que los días y años se cumplan, cuando las Palabras que te crearon, y las que te hicieron salir del jardín, tras tu transgresión, sean pronunciadas.

1 Adán y Eva 03:02 Sí, cuando la Palabra se guarde de nuevo, pasados los cinco días y medio y se vean cumplidos".

1 Adán y Eva 03:03 Cuando Adán escuchó estas palabras de Dios, y de los grandes cinco días y medio, no pudo entender el significado de ellos.

1 Adán y Eva 03:04 Adán estaba pensando que solo habría, cinco días y medio desde él, hasta el fin del mundo.

1 Adán y Eva 03:05 Y Adán gritó, y oró a Dios para que se le explicara esto.

1 Adán y Eva 03:06 Entonces Dios en su misericordia para con Adán, que lo hizo a su propia imagen y semejanza, le explicó, que estos cinco días y medio, son realmente 5500 años, y cómo es que vendría y lo salvaría a Él y a sus descendientes.

1 Adán y Eva 03:07 Pero antes de todo esto, Dios hizo un pacto con nuestro padre Adán, en los mismos términos, antes de que saliera del jardín, en el árbol de donde Eva tomó del fruto y se lo dio a él para que coma.


1 Adán y Eva 03:08 Porque, cuando nuestro padre Adán salió del jardín, pasó por donde estaba este árbol, y vio cómo Dios le había cambiado la apariencia, dándole otra forma, una forma arrugada.

2 Adán y Eva 42:01 Porque su poder no ha de marchitarse en tus manos, salvo en los últimos días.

2 Adán y Eva 42:02 Pues pasados y cumplidos cinco mil quinientos años, vendrá sobre la tierra el más amado, el rey Cristo, el Hijo de Dios, para revivir el cuerpo de Adán y con él para revivir los cuerpos de los muertos.

2 Adán y Eva 42:03  Cuando Él mismo, el Hijo de Dios, venga, va a ser bautizado en el río Jordán, y cuando él tenga que salir del agua del Jordán, entonces Él ungirá con el aceite de la misericordia a todos los que crean en Él.

2 Adán y Eva 42:04  Y el aceite de la misericordia tendrá una duración de una generación a otra, para todos aquellos que estén listos el nacer de nuevo, del agua y el Espíritu Santo, a la vida eterna.

2 Adán y Eva 42:05 Entonces el más amado Hijo de Dios, Cristo, descenderá a la tierra y se llevará a tu padre Adán al Paraíso, para el árbol de la misericordia

Evangelio Armenio de la Infancia de Jesúsà 08:09. Mirando más lejos, José vio a una mujer, que venía de la montaña, y cuyos hombros cubría una larga túnica. Y fue a su encuentro, y se saludaron.

Y José preguntó: ¿De dónde vienes, y a dónde vas, mujer?

Y ella repuso: ¿Y qué buscas tú, que me interrogas así?

José dijo: Busco una partera hebraica.

La mujer dijo: ¿Quién es la que ha parido en la caverna? José dijo: Es María, que ha sido educada en el templo, y que los sacerdotes y todo el pueblo me concedieron en matrimonio. Mas no es mi mujer según la carne, porque ha concebido del Espíritu Santo.

La mujer dijo: Está bien, pero indícame dónde se halla. José dijo: Ven y ve.

10. Y, mientras caminaban, José preguntó a la mujer: Te agradeceré me des tu nombre.

Y la mujer repuso: ¿Por qué quieres saber mi nombre? Yo soy Eva, la primera madre de todos los nacidos, y he venido a ver con mis propios ojos mi redención, que acaba de realizarse.

Y, al oír esto, José se asombró de los prodigios de que venía siendo testigo, y que no se daban vagar unos a otros.


11. Habiendo llegado a la caverna, se detuvieron a cierta distancia de la entrada. Y, de súbito, vieron que la bóveda de los cielos se abría, y que un vivo resplandor se esparcía de alto a abajo. Una columna de vapor ardiente se erguía sobre la caverna, y una nube luminosa la cubría. Y se dejaba oir el coro de los seres incorporales, ángeles sublimes y espíritus celestes que, entonando sus cánticos, hacían resonar incesantemente sus voces, y glorificaban al Altísimo.

09:01. Y, cuando José y nuestra primera madre vieron aquello, se prosternaron con la faz en el polvo, y, alabando a Dios en voz alta, lo glorificaban, y decían: Bendito seas, Dios de nuestros padres, Dios de Israel, que, por tu advenimiento, has realizado la redención del hombre; que me has restablecido de nuevo, y levantado de mi caída; y que me has reintegrado en mi antigua dignidad. Ahora mi alma se siente engrandecida y poseída de esperanza en Dios mi Salvador.


2. Y, después de haber hablado así, Eva, nuestra primera madre, vio una nube que subía al cielo, desprendiéndose de la caverna. Y, por otro lado, aparecía una luz centelleante, que estaba puesta sobre el pesebre del establo. Y el niño tomó el pecho de su madre, y abrevó en él leche, después de lo cual volvió a su sitio, y se sentó.

Ante este espectáculo, José y nuestra primera madre Eva alabaron y glorificaron a Dios, y admiraron, estupefactos, los prodigios que acababan de ocurrir. Y dijeron: ¿Quién ha oído de boca de nadie una cosa semejante, ni visto con sus ojos nada de lo que nosotros estamos viendo?


3. Y nuestra primera madre entró en la caverna, tomó al niño en sus brazos, y lo acarició con ternura. Y bendecía a Dios, porque el niño tenía un semblante resplandeciente, hermoso y de rasgos muy abiertos. Y, envolviéndolo en pañales, lo depositó en el pesebre de los bueyes, y luego salió de la gruta. Y, de pronto, vio a una mujer llamada Salomé, que procedía de la ciudad de Jerusalén. Y, yendo hacia ella, le dijo: Te anuncio una feliz y buena nueva. En esta gruta, ha traído al mundo un hijo una virgen que no ha conocido en absoluto varón.

4. Y Salomé repuso: Me consta que toda la ciudad de Jerusalén la ha condenado como culpable y digna de muerte. Y, a causa de su vergüenza y de su deshonra, ha huido de la ciudad, para venir aquí. Y yo, Salomé, he sabido, en Jerusalén, que esa virgen ha dado a luz un hijo varón, y he venido, gozosa, para verlo.

Nuestra primera madre Eva dijo: Es cierto, y, sin embargo, su virginidad es santa, y permanece inmaculada.

Salomé preguntó: ¿Y cómo has podido enterarte de que continúa en estado virginal, después del parto? Eva contestó: Cuando entré en esta gruta, vi una nube luminosa que se cernía por encima de ella, y se oía, en las alturas, un rumor de palabras, con las que el numeroso ejército de los coros espirituales de los ángeles bendecía al Altísimo, y exaltaban su gloria. Y, hacia el cielo, se elevaba como una niebla brillante.

Salomé le dijo: Por la vida del Señor, que no creeré en tus palabras, antes de ver que una virgen que no ha conocido varón ha traído un hijo al mundo, sin concurso masculino. Y, penetrando en la caverna, nuestra primera madre dijo a María: Disponte, porque es preciso, a que Salomé te ponga a prueba y corrobore tu virginidad.


5. Y, cuando Salomé entró en la caverna y, extendiendo la mano, quiso acercarla al vientre de la Virgen, súbitamente una llama, que brotó de allí con intenso ardor, le quemó la mano. Y, lanzando un grito agudo, exclamó: ¡Malhaya yo, miserable e infortunada, a quien mis faltas han extraviado gravemente! ¿Quién ha producido en mí este horror? Porque he pecado contra el Señor, he blasfemado de él, y he tentado al Dios vivo. ¡He aquí que mi mano se ha convertido en un fuego ardiente!

6. Pero un ángel, que estaba cerca de Salomé, le dijo: Extiende tu mano hacia el niño, aproxímala a él, y quedarás curada. Y, cayendo a los pies del niño, Salomé lo besó, y, tomándole en sus brazos, lo acariciaba, y decía: ¡Oh recién nacido, hijo del Padre grande y poderoso, niño Jesús, Mesías, rey de Israel, redentor, ungido del Señor, tú te has manifestado en la ciudad de David! ¡Oh luz que te has levantado sobre la tierra, tú nos has descubierto la redención del mundo! à Evangelio Armenio de la Infancia de Jesús



Evangelio Armenio de la Infancia de Jesús 11à Los magos dijeron: Nuestro testimonio no proviene de hombre alguno. Es una orden divina concerniente a un designio que el Señor ha prometido cumplir en favor de los hijos de los hombres, y que se ha conservado entre nosotros hasta el día.

Herodes dijo: ¿Dónde está ese libro, que vuestro pueblo posee con exclusión de todo otro?

Los magos dijeron: Ningún Otro pueblo lo conoce, ni de oídas, ni por su propia inteligencia, y sólo nuestro pueble posee de él un testimonio escrito.

Porque, cuando Adán hubo abandonado al Paraíso, y cuando Caín hubo matado a Abel, el Señor concedió a nuestro primer padre el nacimiento de Seth, el hijo de consolación, y, con él, aquella carta escrita, firmada y sellada por el dedo del mismo Dios.

Seth la recibió de su padre, y la dio a sus hijos. Sus hijos la dieron a sus hijos, de generación en generación. Y, hasta Noé, recibieron la orden de guardar cuidadosamente dicha carta. Noé se la dio a su hijo Sem, y los hijos de éste la transmitieron a los suyos. Y éstos, a su vez, la dieron a Abraham. Y Abraham la dio a Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Alto, por cuya vía nuestro pueblo la recibió, en tiempo de Ciro, monarca de Persia, y nuestros padres la depositaron con grande honra en un salón especial.

Finalmente, la carta llegó hasta nosotros. Y nosotros, poseedores de ese testimonio escrito, conocimos de antemano al nuevo monarca, hijo del rey de Israel. à Evangelio Armenio de la Infancia de Jesús



Evangelio Armenio de la Infancia de Jesús 22 à Y de nuevo el rey Melkon (Melchor) tomó el libro del Testamento, que guardaba en su casa como herencia de los primeros antepasados, según ya advertimos, y se lo presentó al niño, diciéndole: He aquí tu carta, que a nuestros ascendientes entregaste en custodia, firmada y sellada por ti.

Toma este documento auténtico que has escrito, ábrelo y léelo, porque el quirógrafo está a tu nombre. Y el documento era aquel cuyo texto permanecía oculto bajo pliego, y que los magos no se habían atrevido a abrir, y menos aún a dar a los judíos y a sus sacerdotes, por cuanto éstos no eran dignos de llegar a ser hijos del reino de Dios, destinados como estaban a renegar del Salvador, y a crucificarlo.

Dicho documento había sido regalado por Dios a Adán, del cual, después de su expulsión del Paraíso, se había apoderado un gran dolor, a raíz del homicidio perpetrado por Caín en la persona de su hermano Abel. Mas, cuando hubo visto al primero castigado por Dios, y a él mismo arrojado del edén glorioso por su desobediencia, se encontró también atormentado en sus hijos, por la aflicción del espectáculo de Abel muerto y Caín condenado a siete penas. Adán más entristecido todavía y sumido en un duelo más profundo, no mantuvo ya relaciones conyugales con Eva.

Y, al cabo de doscientos cuarenta años de haber salido del Paraíso, Dios, en su misericordia, le envió un ángel, y le ordenó que entrase a Eva. E hizo nacer a Seth, nombre que significa hijo de la consolación.

Y, por haber querido Adán hacerse Dios, éste resolvió hacerse hombre, en el exceso de su piedad y de su amor a nuestra desdichada especie. Y prometió a nuestro primer padre que, conforme a su plegaria, escribiría y sellaría con su propio dedo un pergamino en letras de oro, que llevaría la siguiente portada: En el año seis mil, el día sexto de la semana, el mismo en que te creé, y a la hora sexta, enviaré a mi hijo único, el Verbo divino, que tomará carne en tu raza, y que se convertirá en hijo del hombre, y que te restablecerá de nuevo en tu dignidad original, por los supremos tormentos de su cruz.

Y entonces tú, Adán, unido a mí con un alma pura y un cuerpo inmortal, quedarás deificado, y podrás, como yo, discernir el bien y el mal.


Y este documento, que Adán dio a Seth, Seth a Enoch, Enoch a sus hijos, y que de tal suerte pasó de unos descendientes a otros, hasta Noé; que Noé dio a Sem, Sem a sus hijos, y sus hijos a sus hijos hasta Abraham; que Abraham dio Melquisedec el pontífice; que Melquisedec dio a otro, y éstos a otros todavía, hasta que llegó a manos de Ciro, quien lo guardó cuidadosamente en un salón especial, donde se conservó hasta el tiempo de la natividad del Cristo: ese documento era el mismo que los magos ofrecieron al niño Jesús. ß Evangelio Armenio de la Infancia de Jesús.

Mi comentario: A mi entender, cuando Dios da a Adán la promesa, ya han pasado 500 años, pues le dice que tiene que esperar 5500 años; sabiendo que cuando nace Jesús, ya se han cumplido 6000 años y con ello el cumplimiento de dicha promesa. 

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